Cantaba José Antonio Labordeta en los 80 y todos los años, al comienzo del estío, me viene esta estrofa a la cabeza mientras pedaleo por las Bardenas, bajo un sol de justicia y sin árbol alguno que, con su sombra, apacigüe un poco las llamaradas que alcanzan mi espalda.
Afortunadamente un grupo de emprendedores americanos, Jim McCory, Martin Daniel y Steven Smithers (no, no es familia del asistente de Mr. Burns) han creado una innovadora solución que puede resultar más eficaz para los ciclistas que parar a remojarse la tripa con el agua de la camelback, el maillot ventilado “Vortex”.
Este maillot incluye dos canales de aireación por los que entra el aire cuando el ciclista avanza, gracias a dos aberturas situadas sobre los hombros que confluyen en una salida situada sobre la zona lumbar, creando una corriente a través de varios canales que refrigeran toda la espalda, la zona más castigada por los rayos solares. El invento se encuentra actualmente en fase de pruebas, por lo que quizá puedas ofrecerte voluntario para probarlo, consulta su web Kickstarter, antes de que salga al mercado.
La idea de disponer de un maillot refrigerado es seductora, pero se me antoja que este dispositivo no resultará compatible con el uso de mochilas de hidratación que, en principio, podrían reducir la eficacia de los canales de ventilación, al aplastarlos, por lo que volver a los botellines de toda la vida puede suponer, en verano, más inconvenientes que ventajas ¿Os acordáis de los botellines que salían de casa congelados y a las dos horas contenían agua a 35 grados?
En cualquier caso, como aficionado al ciclismo, les deseo mucha suerte a estos emprendedores que se han acordado de nosotros, ¡ojalá funcione!